Los museos locales son mucho más que espacios de exposición. Son lugares de encuentro, de memoria compartida y de acción colectiva. Su cercanía a la comunidad les otorga una legitimidad y una capacidad de transformación que pocas instituciones culturales poseen. En ellos, el patrimonio no se contempla como algo lejano o estático, sino como una herramienta viva al servicio de la sociedad, donde la participación ciudadana y la creación de públicos son parte esencial de su funcionamiento y sentido. Sin la implicación de la gente, sin la apropiación emocional de lo propio, el patrimonio se vacía de vida. Por eso, los museos locales tienen hoy un papel fundamental en la conservación, pero sobre todo en la construcción activa de identidades, saberes y futuros posibles.
Escultura del Dios Hypnos procedente de la Villa Romana El Ruedo de Almedinilla
El Ecomuseo del Río Caicena, en Almedinilla (Córdoba), es un ejemplo magnífico de este tipo de instituciones. Celebrar sus 30 años de existencia es celebrar la tenacidad de un pueblo que ha sabido convertir su historia y su territorio en motor de desarrollo, autoestima y proyección cultural. No ha sido un camino fácil: desde sus orígenes en los años noventa, este proyecto ha enfrentado retos técnicos, económicos y sociales. Pero su fortaleza ha estado siempre en la comunidad. A lo largo de tres décadas, Almedinilla ha sabido tejer redes de cooperación, implicar a sus vecinos, trabajar con profesionales, abrir espacios educativos, conservar sus yacimientos y activar nuevas narrativas sobre lo rural, lo ibérico, lo romano y lo contemporáneo. Hoy, el Ecomuseo es un referente nacional en gestión del patrimonio local, con una visión integrada del territorio y una apuesta firme por la participación como eje de acción cultural.
Cartel de la celebración de los 30 años del Ecomuseo Río Caicena: Jornadas de debate y reflexión durante los días 13, 14 y 15 de junio en Almedinilla
Con motivo de este aniversario, del 13 al 15 de junio se celebraron unas jornadas que reunieron a especialistas del ámbito de la museología, la gestión cultural y el patrimonio para debatir sobre el futuro de los ecomuseos y la nueva museología. Fue un privilegio asistir a estos encuentros y escuchar a voces tan experimentadas como. Víctor Fernández – Catedrático del Departamento de Geografía Humana, Universidad de Sevilla; miembro de ICOMOS, Isabel Luque – Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), Óscar Navajas – Universidad de Alcalá de Henares, Jesús Fernández – Centro de Investigación y Ecomuséu La Ponte, Virgilio Lopes – Campo Arqueológico de Mértola, Centro de Estudos em Arqueologia, Artes e Ciências do Património (Portugal), David Ruiz – Museo de Gilena (Sevilla), Daniel Botella – Asociación de Museos Locales de Córdoba, Julia Mª Añón – Asociación GECA – Gestión Cultural Profesional Andaluza, Manuel Parodi – Gestor cultural; miembro de ICOMOS y de GECA, Sol Martín – Presidenta de la Asociación de Museología y Museografía de Andalucía (AMMA) y Ignacio Muñiz – Ecomuseo del Río Caicena (Almedinilla). Más allá del alto nivel de los debates, lo emocionante fue ver cómo la conversación giraba en torno a lo verdaderamente importante: cómo hacemos para que el patrimonio forme parte de la vida de la gente, para que los museos sean motores de transformación social desde la base.
Recreación etnográfica del trillado del trigo con mulas y trillos tradicionales en una era
El fin de semana se completó con una agenda cultural deliciosa y profundamente simbólica. Asistimos a la lectura de relatos sobre la vida en las eras, presenciamos una recreación del trillado del trigo con mulas y trillos al estilo tradicional, disfrutamos de un concierto del grupo asturiano Picarós en plena plaza y compartimos una cena popular con picadillo de tomate, papas a lo pobre y gachas que, además de sabrosas, supieron a comunidad. El domingo culminamos la experiencia con la visita al oppidum íbero del Cerro de la Cruz, al museo arqueológico municipal y a la impresionante Villa Romana de El Ruedo, donde el patrimonio arqueológico se integra con naturalidad en el relato identitario del municipio. Todo ello confirma lo que ya intuíamos: en Almedinilla, el territorio no es solo contexto del patrimonio, es su corazón.
Visita al oppidum íbero del Cerro de la Cruz
Desde CulturaLAB queremos celebrar y poner en valor este tipo de iniciativas que, desde lo local, proyectan una manera de entender la cultura como fuerza transformadora, cercana y comprometida. El Ecomuseo del Río Caicena no solo conserva restos del pasado: activa el presente y proyecta futuro, en diálogo constante con su comunidad. Proyectos como este deberían ser observados, apoyados y replicados en otros territorios de Andalucía, porque demuestran que, cuando el patrimonio se cuida con raíces y se gestiona con inteligencia, es capaz de generar empleo, fortalecer la identidad y unir a las personas. En un momento en que tantas comunidades buscan alternativas sostenibles para su desarrollo, el camino de Almedinilla es, sin duda, una inspiración.
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